Desde el comienzo de los tiempos el hombre ha buscado protegerse de
los ataques de la naturaleza a la que veía, no solamente como la
proveedora de alimento para sí y su especie sino también como violenta y
devastadora de la misma. Esta necesidad de protegerse ha sido siempre
una constante en la historia del hombre, posiblemente porque no le han
faltado motivos que han puesto a prueba su fragilidad.
Así, el conjuro primitivo, fue el amuleto, el talismán, la imagen… No todos los dioses buenos se encontraban tan próximos al hombre, que a éste le fuera posible acogerse a su amparo a todas horas. El sol se alzaba muy lejos, y desaparecía con frecuencia; la luna se elevaba muy allá, y escapaba a los brillos del crepúsculo; sólo los elementos de la naturaleza como una piedra privilegiada jamás se desplazaba de su sitio, y el hombre tenía que ir a muchos sitios… Le era necesario llevar los buenos dioses sobre sí, para que no le abandonasen nunca, y aminoró el tamaño de las piedras que guardaban su refugio para colgarlas al cuello, y reprodujo en imágenes cada vez más sencillas y “factibles” todos los dioses inaccesibles y todos los que de pronto, en cualquier ocasión determinada de peligro para él, pudieran estar lejos de su alcance.
Los antiguos egipcios usaban amuletos en forma de collar. Entre los griegos estos objetos recibían el nombre de “phylaktérion”. Los amuletos judíos consistian en tiras de pergamino que contenían pasajes de la Ley, eran empleados por la Escuela Farisaica como símbolos de piedad, pero también se usaban para protegerse de los malos espíritus o alejar la desgracia.
El uso de amuletos pasó a la Iglesia cristiana con la inscripción de “ichthys” (en griego pez), nombre que contenía las iniciales correspondientes a las palabras griegas de Jesucristo, Hijo de Dios, El Salvador. Los gnósticos usaban “piedras abraxas”, gemas que llevaban inscrita esta palabra griega.
Los amuletos se convirtieron en un objeto tan común entre los cristianos que, en el siglo IV, se prohibió al clero su fabricación o uso, bajo pena de quedar privados de sus órdenes sagradas.
Por ello que desde el comienzo de la humanidad hasta nuestros días, los amuletos de una manera u otra nos han acompañado y hacen que la vida nos sea un poco más fácil. A través de un objeto protector ya sea amuleto, mascota, fetiche o talismán, se construye un sistema de defensa ante un medio temible y hostil. Para conjurar la mala suerte y atraer la buena fortuna se hace uso de los denominados “guardianes del cuerpo” tanto personales (particulares), antiguos o históricos y modernos o activos.
Copias exactas de estos amuletos han acompañado a muchísima gente durante siglos. Forman parte de cuentos fantásticos e increíbles y hoy en día son leyendas propias.
La mayoría de los museos reconocidos mundialmente, tienen entre sus posesiones algún original de estos amuletos entre sus piezas mas preciadas, a los que dedican hoy en día un estudio muy especial.
Obviamente, el aspecto positivo de tener un amuleto es su influencia sobre nuestro subconsciente. Solamente teniendo fe en sus posibilidades podemos obtener los resultados esperados.
En los tiempos actuales altamente tecnificados donde la razón y la ciencia gobiernan el planeta, aún perduran las supersticiones y las tradiciones milenarias. Los poderes mágicos atribuidos a estos objetos legendarios siguen teniéndose en cuenta. Estando así muy presentes en las vidas de muchas personas, los Objetos Guardianes o Protectores.
Sin embargo, hay algunos amuletos y talismanes que por el motivo que sea, han comprobado ser, realmente, verdaderos elementos protectores y benefactores de buena suerte y abundancia.
Esto último, es más importante que, por ejemplo, el material con el cual están hechos, aunque a veces, ciertos materiales tienen propiedades especificas con las cuales facilitan y potencian la acción de los amuletos y talismanes.
La voz latina de la expresión “factitius” sólo significaba lo “hecho a mano”; los fabricantes de hechizos se llamaban antaño “feiticeros”. Más tarde se llamó “hechizo” todo lo que causaba efecto mágico, y el nombre de hechicero pasó al brujo.
En el mercado encontramos una amplia variedad y todos ellos responden a fines y necesidades muy diversas, como protegernos ante cualquier eventualidad, encontrar la pareja adecuada, eliminar el mal de ojo, tener suerte, etc. Siempre hay alguno que se puede acomodar a nuestros deseos.
Los “talismanes” o “amuletos” son objetos especialmente “programados” para determinados fines, que encierran entre sus caprichosas figuras enigmáticas frases o misteriosas letras, además de una significación emblemática y esotérica plenas de riqueza interpretativa. Con frecuencia suelen ser una piedra, o un trozo de metal; se llevan normalmente colgados del cuello para protegerse de la enfermedad o la brujería.
El Amuleto es un objeto que preserva de la posesión y es suministrado por la naturaleza (por ejemplo, un pelo de elefante, una pata de conejo, un escarabajo, etcétera). El Talismán y el Pentáculo tienen por el contrario un carácter determinado por fluidos e influjos astrales y están confeccionados en materiales especiales. Los talismanes son dibujados sobre pergamino virgen, en miércoles y cuando la luna se encuentra en un signo de aire (Géminis-Libra-Acuario) y se llevan encima lo más cerca posible de la piel. Los pentáculos deben ser grabados sobre una placa de metal (plomo, cobre, estaño, oro, plata) que va colgada al cuello y que nunca debe ser vendida ni prestada.
El talismán es un objeto que ha sido cargado de energía espiritual o universal – son dos formas de decir lo mismo – utilizando para ello una serie de rituales esotéricos. Los talismanes sirven para favorecer la concreción de deseos positivos. Conseguir trabajo y no perderlo, fortalecer un amor o encontrarlo, brindarle armonía a la familia, fomentar la salud…
En cambio el amuleto es para protegerse de energías negativas, para que las fuerzas del Mal no puedan perjudicar a quien lo usa. El amuleto es contra la envidia, los celos enfermizos, los odios… En general, para contrarrestar las energías negativas producidas por enemigos conocidos o desconocidos que utilizan – en sus hechizos – fuerzas visibles o invisibles. También requiere un proceso de carga de energías que debe hacerse siguiendo determinadas fórmulas o pasos rituales del esoterismo iniciático.
Las virtudes de estos objetos son muy variadas y lo mismo salvan a su portador de experimentar alguna desgracia, como así también de que pueda padecer alguna enfermedad, atrayendo siempre la “buenaventura”. Ciertos talismanes sólo hacen efecto cuando los llevan sus legítimos dueños.
Existe una variedad de términos para definir objetos protectores, entre ellos podemos encontrar: Amuletos, talismanes, tótem, fetiches, abalorios e incluso los denominados mascotas (pequeños objetos de la suerte)
La fuerza de los talismanes y amuletos sólo puede ser negada por quienes todo lo desconocen del universo espiritual. Lo que más enferma al espíritu es la incredulidad, el escepticismo y el negarse a pedir ayuda.
Cualquier persona puede usar estos objetos. Sea creyente o no, puesto que estamos trabajando con una fuerza esotérica que actúa por sí misma y no requiere de la sugestión o creencia del usuario para producir sus beneficiosos efectos.
Hay objetos mágicos cargados de energía armonizadora y también los hay con energías negativas. Conocemos objetos que siempre perjudicaron a quien los usa. Hay casos de joyas que se suponen “malditas” porque quien las poseía terminaba muriendo violentamente, recibiendo traiciones o bien cayendo en enfermedades misteriosas o sumiéndose en la ruina económica. Se ha comentado que Diana, la ex esposa del príncipe Carlos, poseía una de esas joyas malditas… y que eso contribuyó al accidente que le causó la muerte.
Así, el conjuro primitivo, fue el amuleto, el talismán, la imagen… No todos los dioses buenos se encontraban tan próximos al hombre, que a éste le fuera posible acogerse a su amparo a todas horas. El sol se alzaba muy lejos, y desaparecía con frecuencia; la luna se elevaba muy allá, y escapaba a los brillos del crepúsculo; sólo los elementos de la naturaleza como una piedra privilegiada jamás se desplazaba de su sitio, y el hombre tenía que ir a muchos sitios… Le era necesario llevar los buenos dioses sobre sí, para que no le abandonasen nunca, y aminoró el tamaño de las piedras que guardaban su refugio para colgarlas al cuello, y reprodujo en imágenes cada vez más sencillas y “factibles” todos los dioses inaccesibles y todos los que de pronto, en cualquier ocasión determinada de peligro para él, pudieran estar lejos de su alcance.
Los antiguos egipcios usaban amuletos en forma de collar. Entre los griegos estos objetos recibían el nombre de “phylaktérion”. Los amuletos judíos consistian en tiras de pergamino que contenían pasajes de la Ley, eran empleados por la Escuela Farisaica como símbolos de piedad, pero también se usaban para protegerse de los malos espíritus o alejar la desgracia.
El uso de amuletos pasó a la Iglesia cristiana con la inscripción de “ichthys” (en griego pez), nombre que contenía las iniciales correspondientes a las palabras griegas de Jesucristo, Hijo de Dios, El Salvador. Los gnósticos usaban “piedras abraxas”, gemas que llevaban inscrita esta palabra griega.
Los amuletos se convirtieron en un objeto tan común entre los cristianos que, en el siglo IV, se prohibió al clero su fabricación o uso, bajo pena de quedar privados de sus órdenes sagradas.
Por ello que desde el comienzo de la humanidad hasta nuestros días, los amuletos de una manera u otra nos han acompañado y hacen que la vida nos sea un poco más fácil. A través de un objeto protector ya sea amuleto, mascota, fetiche o talismán, se construye un sistema de defensa ante un medio temible y hostil. Para conjurar la mala suerte y atraer la buena fortuna se hace uso de los denominados “guardianes del cuerpo” tanto personales (particulares), antiguos o históricos y modernos o activos.
Copias exactas de estos amuletos han acompañado a muchísima gente durante siglos. Forman parte de cuentos fantásticos e increíbles y hoy en día son leyendas propias.
La mayoría de los museos reconocidos mundialmente, tienen entre sus posesiones algún original de estos amuletos entre sus piezas mas preciadas, a los que dedican hoy en día un estudio muy especial.
Obviamente, el aspecto positivo de tener un amuleto es su influencia sobre nuestro subconsciente. Solamente teniendo fe en sus posibilidades podemos obtener los resultados esperados.
En los tiempos actuales altamente tecnificados donde la razón y la ciencia gobiernan el planeta, aún perduran las supersticiones y las tradiciones milenarias. Los poderes mágicos atribuidos a estos objetos legendarios siguen teniéndose en cuenta. Estando así muy presentes en las vidas de muchas personas, los Objetos Guardianes o Protectores.
Sin embargo, hay algunos amuletos y talismanes que por el motivo que sea, han comprobado ser, realmente, verdaderos elementos protectores y benefactores de buena suerte y abundancia.
Esto último, es más importante que, por ejemplo, el material con el cual están hechos, aunque a veces, ciertos materiales tienen propiedades especificas con las cuales facilitan y potencian la acción de los amuletos y talismanes.
La voz latina de la expresión “factitius” sólo significaba lo “hecho a mano”; los fabricantes de hechizos se llamaban antaño “feiticeros”. Más tarde se llamó “hechizo” todo lo que causaba efecto mágico, y el nombre de hechicero pasó al brujo.
En el mercado encontramos una amplia variedad y todos ellos responden a fines y necesidades muy diversas, como protegernos ante cualquier eventualidad, encontrar la pareja adecuada, eliminar el mal de ojo, tener suerte, etc. Siempre hay alguno que se puede acomodar a nuestros deseos.
Los “talismanes” o “amuletos” son objetos especialmente “programados” para determinados fines, que encierran entre sus caprichosas figuras enigmáticas frases o misteriosas letras, además de una significación emblemática y esotérica plenas de riqueza interpretativa. Con frecuencia suelen ser una piedra, o un trozo de metal; se llevan normalmente colgados del cuello para protegerse de la enfermedad o la brujería.
El Amuleto es un objeto que preserva de la posesión y es suministrado por la naturaleza (por ejemplo, un pelo de elefante, una pata de conejo, un escarabajo, etcétera). El Talismán y el Pentáculo tienen por el contrario un carácter determinado por fluidos e influjos astrales y están confeccionados en materiales especiales. Los talismanes son dibujados sobre pergamino virgen, en miércoles y cuando la luna se encuentra en un signo de aire (Géminis-Libra-Acuario) y se llevan encima lo más cerca posible de la piel. Los pentáculos deben ser grabados sobre una placa de metal (plomo, cobre, estaño, oro, plata) que va colgada al cuello y que nunca debe ser vendida ni prestada.
El talismán es un objeto que ha sido cargado de energía espiritual o universal – son dos formas de decir lo mismo – utilizando para ello una serie de rituales esotéricos. Los talismanes sirven para favorecer la concreción de deseos positivos. Conseguir trabajo y no perderlo, fortalecer un amor o encontrarlo, brindarle armonía a la familia, fomentar la salud…
En cambio el amuleto es para protegerse de energías negativas, para que las fuerzas del Mal no puedan perjudicar a quien lo usa. El amuleto es contra la envidia, los celos enfermizos, los odios… En general, para contrarrestar las energías negativas producidas por enemigos conocidos o desconocidos que utilizan – en sus hechizos – fuerzas visibles o invisibles. También requiere un proceso de carga de energías que debe hacerse siguiendo determinadas fórmulas o pasos rituales del esoterismo iniciático.
Las virtudes de estos objetos son muy variadas y lo mismo salvan a su portador de experimentar alguna desgracia, como así también de que pueda padecer alguna enfermedad, atrayendo siempre la “buenaventura”. Ciertos talismanes sólo hacen efecto cuando los llevan sus legítimos dueños.
Existe una variedad de términos para definir objetos protectores, entre ellos podemos encontrar: Amuletos, talismanes, tótem, fetiches, abalorios e incluso los denominados mascotas (pequeños objetos de la suerte)
La fuerza de los talismanes y amuletos sólo puede ser negada por quienes todo lo desconocen del universo espiritual. Lo que más enferma al espíritu es la incredulidad, el escepticismo y el negarse a pedir ayuda.
Cualquier persona puede usar estos objetos. Sea creyente o no, puesto que estamos trabajando con una fuerza esotérica que actúa por sí misma y no requiere de la sugestión o creencia del usuario para producir sus beneficiosos efectos.
Hay objetos mágicos cargados de energía armonizadora y también los hay con energías negativas. Conocemos objetos que siempre perjudicaron a quien los usa. Hay casos de joyas que se suponen “malditas” porque quien las poseía terminaba muriendo violentamente, recibiendo traiciones o bien cayendo en enfermedades misteriosas o sumiéndose en la ruina económica. Se ha comentado que Diana, la ex esposa del príncipe Carlos, poseía una de esas joyas malditas… y que eso contribuyó al accidente que le causó la muerte.
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