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Recibe este
nombre cabalístico un tradicional amuleto dotado de prestigio secular,
cuyo objetivo es atraer el interés de la persona amada. Para
realizarlo, es preciso coger una manzana directamente del árbol un
viernes con la luna en cuarto creciente, justo antes de que el sol
empiece a brillar.
El fruto no debe
presentar ni picaduras ni magulladuras. Hay que lustrarlo hasta que
quede brillante y luego, en un pequeño trozo de papel —de cualquier
color que no sea blanco—, se escribe con tinta roja el propio nombre y
los apellidos, y, debajo, los de la persona amada. Se abre un pequeño
orificio en la parte superior de la manzana —cortándola de manera que
quede como una tapa—, se enrolla el papel con los nombres y se introduce
en el fruto. Se coloca la tapita y se expone al aire, en lo posible en
un lugar sometido a abundante sol.
Cuando la
fruta se haya secado totalmente, y el papel y la pulpa se hayan
fundido, debe envolverse el amuleto en papel de color y guardarse en el
dormitorio, pues no sólo permite alcanzar el amor, sino que asegura la
duración del vínculo de las dos personas enamoradas.
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