Cuenta la leyenda, que hace miles de años un grupo de
duendes buenos tuvieron que huir del bosque donde vivían en busca de un lugar
alejado del peligro que les acechaba. Pero gracias a su amistad con los
ángeles, éstos les obsequiaron con un colgante con una bola que tenía dentro
unas pequeñas campanillas como símbolo de protección.
Los ángeles les dijeron que cuando se sintieran en peligro o
desprotegidos, agitaran la bola y al oír las campanillas los ángeles acudirían
en su ayuda.
Sólo pusieron una condición, que era de uso personal y nunca
podrían prestarlos, porque si lo hacían, la magia desaparecería y su protección
con ella. Los duendes llamaron a esta bola “llamadores de Ángeles”.
El sonido que desprende el llamador de Angeles atrae a las
energías angélicas para que puedas sentir su protección, apoyo y amor a tu
lado.
En la India y otros países las mujeres embarazadas los
llevaban a la altura del ombligo para proteger al bebe de cualquier negatividad
externa.
"A veces al amanecer, cuando no sabemos con certeza si
estamos dormidos o despiertos, o a la hora del crepúsculo cuando las sombras
nos hacen dudar de nuestros sentidos, adivinamos invisibles presencias,
susurros, aleteos, risas contenidas, y hasta puede rozar nuestra mejilla algo
que no podemos definir. Son los ángeles: vienen y van, escuchando nuestros
secretos y susurrándonos melodías"
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